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Guasá, Cununo y Marimba

Es grande. Más de cuatro mil viviendas y nueve mil personas. Bordeado por la inmensidad de un cultivo de caña que se extiende hacia el sur de la ciudad de Cali y lo que fue la entrada al basurero de Navarro. Por sus calles angostas y parques populosos  transitan jeeps con pelaitos colgando de la parte trasera y motos que hacen las veces de taxis. Las casas no sobrepasan los 40 metros cuadrados. Son estrechas, con salas que comparten el espacio con la cocina y a veces con el baño. Es Llano Verde, uno de los barrios más extensos de la comuna 15 del Distrito del Aguablanca. Un proyecto de vivienda que surgió de la iniciativa de las 100 mil casas gratis del Gobierno Santos. La oportunidad de muchas familias desplazadas y habitantes del Jarillón del río Cauca de comenzar de nuevo.

En una esquina, una de esas casas pequeñitas, de dos plantas y ladrillo anaranjado, comparte su sala con bombos,  marimbas y cununos. Instrumentos que se pelean por el espacio con los muebles. La marimba tropieza con el comedor, justo ahí donde termina la sala e inicia la cocina. Algunos bombos y guasás están sobre la mesa. Esta no es solo una casa, es el espacio de encuentro de música del pacífico de los niños y niñas del barrio. Ángela -joven afro, de ojos negros y expresiones fuertes- arregla los instrumentos mientras espera que los chicos lleguen.

En tropel, esporádicos y directo a los instrumentos, empiezan a arribar los niños. Son más de diez chicos  afro y mestizos. Llevan el pacífico en sus trenzas, en sus cortes, en sus ojos, en sus manos: en su sangre. El menor de ellos tiene 8 años y el mayor 15. Aunque no se siente la diferencia. Algunos son tímidos y callados, por lo menos los primeros 20 minutos, hasta que te conocen y tienen tú confianza. Las cantaoras son las más reacias a hablar, pero son las que más sonríen.  

El antejardín de la casa no tiene más de dos metros de ancho y cinco largos. Los niños se acomodan como pueden en él,  cogen rápido los bombos y los cununos, como si se los fueran a quitar, y los tocan con desenfreno; no se logran coordinar pero no les importa. A mano limpia golpean las bases de los cununos y con las baquetas le sacan jugo a los bombos. Dos de ellos pelean por la marimba:

-Que yo sí sé tocar- le dice el uno al otro mientras Ángela, quien coordina el espacio mientras su madre no está, los separa.

En frente, a solo tres pasos de los marimberos, un camión lleno de plátanos, frutas y hortalizas compite con el sonido fuerte y violento de los bombos. Algunos niños curiosos observan, señoras cincuentonas salen a hacer mercado, y otros chinos desprevenidos juegan fútbol al otro lado de la calle.

“Muchos de los pelaos estaban dispersos, andaban de un parque al otro, pero después no podían pasar porque se empezaron a crear fronteras invisibles” dice doña Ana Brigitte Panameño, madre de Ángela y directora del espacio. Doña Brigitte es una mujer afro de unos 45 años. Líder social y comunitaria.  

“Entonces empezamos un proceso de formación cultural donde se les enseña a los niños a cantar y tocar, lo que ha ayudado a mejorar sus problemas de agresividad, pues son chicos que vienen de vivir la violencia, son familias que han vivido el conflicto armado del país y traen muchas condiciones de agresividad por la misma exclusión y marginalidad del  Estado y de sus familias. Entonces, a través de la música, de canciones que no conocían, se les llamó la atención. Se fueron enamorando de rescatar la tradición y la cultura de sus padres” termina de explicar doña Ana Briggitte, al tiempo que sonríe.    

Hace poco más de 6 años que la fundación Guasá, cununo y marimba se creó. Madres del sector, lideradas por Ana Brigitte Panameño, se dieron cuenta que sus hijos le respondían más al resonar de una marimba o un cununo que a sus regaños. Es así como decidieron llevarlos por el camino de la música, manteniéndolos ocupados y alejándolos de las barreras invisibles, de la violencia, carencias y dificultades del barrio. Haciéndolos soñar con una vida de arte, cultura y tradiciones. De sueños cargados de esperanza que ninguna frontera puede impedir atravesar.

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